En el Ecuador, existe
una pintoresca costumbre de festejar la fiesta de Fin de año el 31 de
diciembre con la quema del Año Viejo, personificado con monigotes o
muñecos rellenos de trapos, papel, aserrín y petardos que son colocados
en veredas y calles sobre sencillos o estructurados escenarios que
hacen diferentes alusiones de la vida diaria, nacional y hasta
internacional.
Para ello, las familias, grupos de amigos, barrios e instituciones se
organizan para construir los Años Viejos. Se utilizan ropas usadas para
vestir a los monigotes y se sirven de las tradicionales caretas, hechas
con papel engomado, para hacer sus representaciones.
Acompañan a estas creativas figuraciones, las viudas del año viejo,
personajes reales generalmente representados por hombres, niños o niñas
que se disfrazan de mujeres voluptuosas o hijos del “Viejo”, para pedir a
los transeúntes unos centavos de caridad.
Minutos antes de las doce de la noche se queman los Años Viejos y se
acostumbra saltar sobre las llamas antes de empezar los festejos del año
nuevo.
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